Una nueva emergencia ambiental sacude la región Áncash. A solo dos semanas de la contaminación del río La Plata en Pallasca, ahora es el río Santa, principal fuente de agua para miles de ancashinos, el que se encuentra gravemente afectado.
Desde la madrugada de ayer, un intenso color naranja tiñe las aguas del Santa a su paso por la provincia de Recuay. Todo indica que la fuente de esta contaminación son las actividades mineras ilegales que proliferan en la zona alta de Recuay y Aija.

Testigos aseguran que el contaminante proviene de la quebrada El Gran Socavón, donde opera la minera Lincuna. Se teme que estas aguas contengan altos niveles de metales pesados, lo que representa un grave peligro para la salud de las personas y para los ecosistemas de la zona.
La contaminación se ha extendido rápidamente, afectando cultivos, como la fábrica de rosas y otros frutales, ubicados en el fértil callejón de Huaylas. Esta situación pone en riesgo la economía de la región y la seguridad alimentaria de miles de familias.
Ante esta grave crisis, exigimos una pronta intervención de la OEFA, el Ministerio del Ambiente y el Ministerio Público. Es urgente identificar a los responsables de esta nueva catástrofe ambiental y aplicar las sanciones correspondientes. La población de Áncash no puede seguir siendo víctima de la voracidad de la minería ilegal y la inacción de las autoridades.