Lo que antes fue una alianza, hoy es una guerra sucia. Los precandidatos a la gobernación de Áncash, Juan Carlos Morillo (Somos Perú) y Betto Barrionuevo (Podemos Perú), se enfrentan en medio acusaciones mutuas mientras su pasado político recuerda que, en algún momento, sus caminos no fueron opuestos.
Morillo, exgobernador regional, hoy denunciado por Barrionuevo por financiar una «guerra sucia» desde páginas falsas, no siempre fue su rival. En las Elecciones Complementarias del 2020, Morillo promovió en reuniones internas en Somos Perú la candidatura de Barrionuevo al Congreso ¿Qué cambió? Ahora ambos compiten por el mismo puesto, y la estrategia ya no es sumar, sino atacar.
Pero las riñas no terminan ahí. Cuando Morillo fue gobernador, designó a Barrionuevo como Gerente de Planificación del Gobierno Regional, un cargo clave. Y años antes, durante la gestión de Barrionuevo como alcalde de Huayllabamba, se le acusó de adjudicar una obra al entorno de Morillo ¿Coincidencia? La pregunta queda flotando.
Ahora, ambos se acusan guerra sucia, ataques falsos y campañas millonarias. Barrionuevo afirma que no tiene «mineros que lo financien» ni recursos para repartir canastas como su contrincante, pero omite mencionar relación con el exgobernador. Morillo, por su parte, se defiende de las acusaciones con silencio mientras sus operadores políticos —entre ellos Jorge Burgos Guanilo, exasesor vinculado al polémico caso «La Centralita»— son señalados de orquestar ataques en redes.
Mientras la región pide obras, empleo y seguridad, sus candidatos gastan energía en desacreditarse mutuamente, revelando más desesperación por el poder que propuestas concretas. La pregunta que queda es ¿Votarán los ancashinos por estrategias de campaña o por un verdadero cambio?