Encarnación Molina, a sus respetables 89 años de edad, es un ejemplo vivo de valentía, dedicación y persistencia. Habiendo sido parte del servicio militar obligatorio y habiendo luchado en defensa de los colores patrios durante una guerra, su espíritu de sacrificio y entrega no ha menguado. En la actualidad, Encarnación continúa luchando por su sustento diario junto a su leal amigo, el perro Luna, quien lo acompaña y protege de las adversidades de la sociedad.

Cada día, Encarnación y Luna salen juntos a trabajar, llevando consigo la venta de productos que elabora con esmero: maní, habitas y tofes. Con un enfoque en la calidad y la limpieza en la preparación de sus productos, Encarnación inicia su jornada con la firme creencia en Dios y la confianza en su apoyo y protección en su camino.
La historia de Encarnación no es solo una narrativa de longevidad, sino un testimonio de tenacidad y voluntad inquebrantables. Durante más de dos décadas, Encarnación ha dedicado su tiempo y energía a la venta de estos productos en diversos puntos de la ciudad, ganándose el respeto y el apoyo de quienes lo conocen.
A pesar de los años y los desafíos, Encarnación Molina sigue siendo un recordatorio conmovedor de la resiliencia humana y la determinación frente a las adversidades. Su asociación con su fiel compañero, el perro Luna, añade una dimensión especial a esta historia de coraje y camaradería.

La comunidad que rodea a Encarnación reconoce su historia como un faro de inspiración y gratitud. A medida que continúa su viaje laborioso, Encarnación extiende su gratitud a todos aquellos que lo apoyan en su empeño diario. Su vida es un testimonio de que la perseverancia, la pasión y la amistad pueden trascender las dificultades y convertirse en un ejemplo luminoso para todos.