Un nuevo episodio de violencia ensombreció la última sesión del Concejo Municipal de Independencia, cuando los regidores Eder Figueroa y Sheider Yauri protagonizaron un altercado físico que derivó en denuncias cruzadas. Figueroa acusó a su colega de haberlo golpeado en el rostro tras una discusión telefónica, mientras que Yauri respondió señalando que fue víctima de empujones e insultos en plena vía pública, donde incluso habría perdido sus anteojos.
Este lamentable incidente no es aislado: ambos ediles, conocidos como los «regidores pulpín» por su juventud y estilo confrontacional, ya acumulan antecedentes polémicos, incluyendo denuncias por consumo excesivo de alcohol y agresiones previas con desfiguración. La situación ha generado indignación entre los vecinos, quienes cuestionan la falta de madurez y capacidad de diálogo de sus autoridades.

Es cuestionable la conducta ética esperada en cargos públicos, especialmente cuando las energías deberían concentrarse en resolver los problemas de la comunidad. Mientras las versiones contradictorias complican el esclarecimiento de los hechos, la ciudadanía espera que este caso no quede en otra anécdota bochornosa, sino que motive reflexiones sobre el ejercicio responsable de la función pública.