Cientos de devotos, en su mayoría comerciantes informales, salieron a expresar su fervor y agradecimiento.
En medio de puestos de venta improvisados y el bullicio característico de la zona, la imagen del Señor de los Milagros fue recibida con fervor y emoción por los fieles. Muchos de ellos, hombres, mujeres y niños que luchan día a día por sobrevivir, encontraron en esta celebración un momento de esperanza y consuelo.
«La fe en el Señor de los Milagros nos da fuerzas para seguir adelante», expresó [nombre del devoto], un comerciante informal que ha trabajado en Quillcay durante muchos años. «A pesar de las dificultades, siempre encontramos tiempo para agradecerle por todas sus bendiciones».
La procesión del Señor de los Milagros en Quillcay se ha convertido en una tradición que reúne a personas de diferentes orígenes sociales.