Lo que en agosto de 2024 fue presentado como un adiós definitivo a la vida política, hoy se revela descubre que fue estrategia. El empresario huaracino Raúl Ortiz, quien había asegurado públicamente haber «tocado techo» en sus aspiraciones electorales, ha hecho una maniobra que contradice su palabra. Fuentes internas han confirmado a este medio que el pasado 14 de junio de 2025, Ortiz presentó su renuncia a su propio movimiento, «Socios por Ancash», sepultando así la promesa de su retiro.
La fecha de esta renuncia no es un detalle menor. Se produjo apenas 48 horas antes del 16 de junio, plazo final establecido por ley para que los políticos que deseen postular por una agrupación diferente en las elecciones de 2026 se alejen de sus organizaciones de origen. Este acto, calculado con precisión, deja a Ortiz legalmente habilitado para buscar, una vez más, la alcaldía de Huaraz, esta vez bajo el cobijo de un nuevo partido político y en condición de “invitado”.
Es imposible no recordar sus palabras de hace menos de un año en el podcast Masa Madre The Podcast, donde afirmó “Yo considero que ya hemos tocado techo, vamos a ser sincero conmigo mismo y la población entenderá (…) con la calma debida, sin resentimientos. Llegó un punto y la vida continúa, tranquilo”. Esa tranquilidad parece haberse escapado ante la llegada de un nuevo calendario electoral. Su decisión de entonces, ahora parece revelar que no tiene palabra.
Esta maniobra se suma a un largo historial de tránsito por diversas agrupaciones políticas a lo largo de dos décadas, un patrón que le ha valido la etiqueta de tránsfuga en el imaginario popular. Desde Alianza Unidad Nacional en 2002 hasta sus propios movimientos, Ortiz ha buscado el poder a través de diferentes vehículos. Ahora, las mismas fuentes señalan que ya estaría en conversaciones avanzadas con dos tiendas políticas de alcance nacional, Somos Perú y Fuerza Popular, buscando ser acogido en calidad de invitado o designado.
El «retiro definitivo» ha durado menos de un año. La palabra ante la ciudadanía ha sido sacrificada en el altar de la ambición política. Mientras el escenario electoral de Huaraz vuelve a incluir su nombre, queda en evidencia que para Raúl Ortiz, la vida política no continúa, simplemente se reinventa con una nueva camiseta, demostrando que en su manual, las promesas tienen fecha de caducidad.
