Con una energía desbordante que desmintió su tamaño, el barrio de Palmira. A pesar de ser el más pequeño en número de habitantes, sus integrantes demostraron que el corazón y la pasión por las tradiciones pueden mover montañas.
Con una combinación única de música, danza y creatividad, los palmireños inundaron las calles de Huaraz con su alegría y entusiasmo.
Jóvenes y adultos, unidos por el amor a su barrio, presentaron una puesta en escena que cautivó al público. Sus bailes, llenos de color y ritmo, fueron un verdadero homenaje a las tradiciones ancestrales de Ancash.
La participación de las madres de familia fue fundamental en esta presentación. Con su experiencia y sabiduría, transmitieron a las nuevas generaciones el amor por el carnaval y la importancia de preservar las costumbres.